Mañana de invierno por La Golondrina.

Hoy ha sido uno de esos días que bien merecen un buen paseo por nuestro entorno.

Con las primeras luces de este helador 26 de diciembre de 2020, hemos comenzado nuestra marcha desde la Fuente del Gargantón para ascender a lo más alto del casco urbano y de ahí pasar con cuidado hasta la entrada alta de acceso a La Golondrina por la M601.

Desde este punto hemos subido por la pista forestal del bosque y hemos enlazado con la pista de que asciende desde la M614 hasta la plataforma del Collado del Buey.

A mitad de camino nos desviamos por la vereda que nos lleva directamente hasta la pequeña nava donde se encuentra la Fuente del Buey. Aquí tomado un pequeño descanso y hemos disfrutado del sol que comenzaba calentar un suelo que crujía bajo nuestros pies al estar completamente congelado, y es que el termómetro marcaba -3º centígrados.

La fuente están en un esplendido estado de conservación. Toda su estructura de mampostería se encuentra perfectamente y los pilones muy limpios con el agua muy clara. Hay que indicar que todo el material orgánico de los pilones como pueden ser las plantas y restos de hojas o lodos del fondo no deben ser retirados salvo para realizar tareas de mantenimiento por fugas o por otras razones de tipo estructural ya que forman parte de ese pequeño ecosistema que vive en las fuentes y que es imprescindibles para (aunque parezca mentira) mantenerlas limpias.

Lo de esta fuente y la fuerza con la que sale el agua por el caño es espectacular y en esta época en la cual el agua no falta, observar como brota es una una alegría.

Tras el almuerzo y unas cuantas fotos, hemos comprobado que una de las dos arquetas estaba un poco descubierta y la hemos tapado con piedras para evitar que cualquier animal cuele una de sus patas. Además la hemos limpiado de algunas ramas y restos de hojas para evitar que atasquen el caño, en este caso si es necesario retirarlas para mantener la fuente en perfecto estado.

Hemos seguido la pista forestal en ascenso hasta alcanzar la plataforma de la unión de los caminos que dirigen a la Peña del Sol o hacia la Ermita de San Antonio, y nos hemos desviado unos metros hasta dar con la Fuente del Cazador.

A esta fuente la tenemos un especial cariño pues la conocimos hace años y siempre estaba completamente seca. Nunca tenía agua, lloviera lo que lloviera y nos daba mucha pena hasta que decidimos intervenir en ella y desatascar su caño. Siempre que pasábamos por la zona la ayudábamos un poco con nuestros útiles y desde hace un año aproximadamente el agua ha vuelto a correr por la fuente.

Hoy estaba esplendida, con sus pilones llenos de agua a rebosar y con su plataforma helada. Sin duda una gran fuente en la que descansar y, si el frío no se apodera de los huesos del caminante como ocurría hoy, echar unas horas tranquilas con un libro o con una buena charla.

Al rededor de esta fuente hemos quitado algunos cristales de una botella y algunos plásticos que posteriormente hemos tirado en el contenedor que hay en el Collado del buey y que hemos encontrado también roto.

El estado de conservación de la fuente es en general bueno. El caño no tira mucho caudal por que esta fuente está a una altura considerable con relación al monte donde se encuentra y la captación puede que no tenga mayor capacidad que la que aparece en el pequeño chorro; o puede que siga atascada. En cualquier caso la hemos dejado tal cual y no hemos metido el útil de limpieza. La única intervención que tal vez necesite sea la de reforzar la plataforma en su base ya que en algunos puntos se encuentra volada y puede llegar a quebrarse la parte de hormigón.

El camino de descenso y retorno a nuestro punto de origen lo hemos hecho por la vereda que conduce hasta la Fuente de los Cabreos y antes de llegar a ella hemos continuado por la vereda que va en ascenso a la M601 hasta el punto de inicio de nuestra ruta por el monte y de ahí de nuevo hasta El Gargantón.

Pese al frío de la mañana y al viento que hoy no se ha estado quieto un minuto, la jornada para el paseo ha sido increíble, con una luz magnífica para hacer fotos y con un aire fresco que, aun con las mascarillas puestas, se notaba entrar en los pulmones que daba gusto.

Si algo negativo hemos de destacar es la cantidad de gente hemos visto ya cuando regresábamos. La entrada a la Dehesa estaba repleta de coches y los grupos numerosos de personas subían por cualquier lugar con los perros sueltos e incluso arrimándolos a las vacas que estaban pastando tranquilas para «hacerles la foto» y no respetando con sus voces en alto el concierto que da el monte y el bosque. En fin, ya sabemos que a veces el ser humano es el menos racional de los animales.


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