Hay quienes miran y sienten tristeza por ver estas grandes praderas delimitadas otra vez asomando, otra vez con un suave manto pardo o verde.
Pero hay quienes vemos en este período de sequía una oportunidad única de volver a contemplar aquellos espacios donde las gentes de Navacerrada tenía sus campos de labor, sus pequeñas fincas, sus huertos…
Yo he aprovechado una de las últimas tardes de este caluroso verano para dejar que la cámara captase las luces, sombras y contrastes que este atípico paisaje del embalse ofrece.
Con el agua tan baja como muy pocos recordaban podemos pasear a diez metros de profundidad sin ahogarnos y observar los lindes de las propiedades marcados por piedras enormes. Entre los restos salen a la luz los tres caminos que mueren en el embalse, el de la Calle Magdalena, el de el Paseo de la Longuera y una carretera que baja desde la M601 en perpendicular y bastante cerca del muro del embalse.
Además afloran vestigios de infraestructuras como hitos de montes públicos, plataformas de edificaciones y restos industriales que han sobrevivido a tantos años bajo el agua.
Si tienes intención de pasear por el embalse aprovechando que puedes hacerlo por sus inmensas playas, no te olvides de llevar una bolsa contigo e ir recogiendo la basura que encuentres. Recuerda, este es el agua que bebemos.
Te dejo parte del reportaje gráfico para que veas que incluso con muy poca agua nuestro embalse sigue siendo uno de los lugares más maravillosos de Navacerrada.
Aguas Cerrudas 